Pedro negó a Jesús tres veces, pero unas pocas horas antes de negarlo, había declarado que estaba dispuesto a morir por Jesús (LUCAS 22:33). Por lo tanto, su fracaso fue un duro golpe. Después de la muerte y resurrección de Jesús, Pedro estaba pescando con algunos de los discípulos cuando el Señor se le apareció. Jesús le dio la oportunidad de declararle su amor tres veces, una oportunidad para cada negación. Luego, en cada declaración, Jesús le encargó que cuidara de Su pueblo. El resultado de esta maravillosa muestra de gracia fue que Pedro jugó un papel fundamental en la edificación de la Iglesia y finalmente dio su vida por Cristo.
La biografía de cualquiera de nosotros podría comenzar con una letanía de nuestros fracasos y derrotas. Pero la gracia de Dios siempre permite un final diferente. Por su gracia, nos redime y transforma.